lunes, 14 de julio de 2014

Max-Neef: "La Economía neoliberal mata más gente que todos los ejércitos juntos"

Tomado de: www.elciudadano.cl
Junio 30 de 2014

El economista chileno Manfred Max-Neef reniega de una economía neoliberal para la que los seres humanos son “irrelevantes” y que, en su opinión, “mata más gente que todos los ejércitos juntos”.

Galardonado en 1983 por los Right Livelihood Award, considerados Premios Nobel alternativos, Max-Neef se pregunta, en una entrevista con motivo de su estancia en Galicia, si los altos índices de suicidio en países como, por ejemplo, España, se pueden considerar “asesinatos de un sistema perverso”.

La perversidad de la economía neoliberal radica en que “no entiende el mundo y, además, los seres humanos son irrelevantes. Lo relevante son los indicadores macroeconómicos, el PIB… lo que le haya pasado a las personas no importa”, afirma.

Max-Neef atribuye a “la estupidez”, en su opinión lo único que distingue al ser humano de los animales, el hecho de que no haya “un solo preso” entre todos los “sinvergüenzas” que provocaron la crisis económica de 2008, y de que se siga apostando por el mismo modelo vistos los resultados.

“¿En este momento hay algo que no sepamos que no hay que hacer? Todos lo tenemos perfectamente claro”, proclama el catedrático por la Universidad Austral de Chile, quien comulga con la denuncia del Papa Francisco de que uno de los mayores problemas de la humanidad es “la globalización de la indiferencia”.

Max-Neef critica “el lenguaje del miedo” utilizado por los economistas, al igual que los diferentes credos religiosos, con los que los compara, y sus “dogmas indiscutibles”, que no se basan, afirma, en “fundamentos empíricos ni científicos”.

Se remite a los mensajes “catastrofistas” sobre el peligro de quiebra de los bancos si no se les rescata y al caso paradigmático de Islandia, del que “poco se ha hablado”, en su opinión, no fuera a ser que originara “un efecto contagio”.

Max-Neef cree “absurdo” y un “disparate descomunal” que en pleno siglo XXI la economía se rija por “ideas neoclásicas del siglo XIX”, y que de entre todos los que se consideran gurús del ramo nadie vaticinó “la catástrofe” de 2008.

Según el economista chileno, aquellos colegas que se consideran científicos deberían actuar como tales y plantearse buscar alternativas cuando ven que “fracasa su teoría”, y sin embargo estos “insisten en más de lo mismo”.

Como contrapunto a la corriente económica dominante, quien fuera candidato a la presidencia de Chile en 1993 por Los Verdes, promulga un modelo “al servicio de las personas”, a las que se debe vincular el desarrollo y no a los objetos; donde el crecimiento no sea sinónimo de desarrollo y no precise necesariamente del mismo.

Explica que su teoría casa con el concepto sudafricano de “ubuntu”, el de la interrelación de las personas, frente a la concepción “mecánica” de la economía, en la que “se llega al extremo de que la solidaridad es vista como un acto irracional”.
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Entrevista hecha a Max Neef el lunes 14 de julio de 2014
Tomado de: www.hitorico.elpais.com.co

El controvertido ganador del premio Nobel alternativo asegura que un tratado de libre comercio con Estados Unidos puede significar una enorme decepción para Colombia.

"Las políticas del FMI son peligrosamente incompletas", afirma el catedrático chileno.

Es un hombre contundente, en el más amplio sentido de la palabra. No sólo por tener 1,90 metros de estatura y una espesa barba dorada que le hacen ver como un vikingo gigantesco.

También por sus teorías, radicalmente contrarias al Neoliberalismo; por sus críticas demoledoras contra la globalización, y por ejercer con pasión dos profesiones que en los tiempos modernos parecen agua y aceite: economista y músico.

Manfred Max Neef, el premio Nobel alternativo de economía, el hombre que promulga la necesidad de que el crecimiento del Producto Interno Bruto se traduzca en felicidad para la gente, habló con El Pais durante un receso en su visita a la Universidad Santiago de Cali.

Usted critica severamente las políticas del FMI. ¿Cree que con esas políticas Latinoamérica avanza por el rumbo equivocado?

Yo no diría que es totalmente equivocado, pero sí creo que es peligrosamente incompleto, porque sólo se concentra en el crecimiento.

El crecimiento económico se ha transformado en una especie de fetiche, del cual se presume que lo resuelve todo, y resulta que para nada ha resuelto los problemas de Latinoamérica.

En las últimas tres décadas, incluso en países con altas tasas de crecimiento, la pobreza ha aumentado de una manera deplorable. De modo que en el caso nuestro no existe una correlación entre más crecimiento y menos pobreza.

¿No le parece demasiado temerario sugerir que el crecimiento económico no sirve de nada?

No, mi tesis es que en toda sociedad parece haber un período en que el crecimiento económico conlleva un mejoramiento de la calidad de vida, pero sólo hasta cierto punto.

Cuando se alcanza ese punto, si hay más crecimiento se comienza a deteriorar la calidad de vida.

Esta tesis se cumple en el caso de Chile y en el de otros doce países ricos del Norte, y demuestra que hay un punto en que ya no basta sólo el crecimiento, sino que deben haber políticas específicas orientadas a la disminución de la pobreza. Y de ninguna manera eso se puede hacer sólo a través del mercado, que es el otro gran fetiche de nuestro tiempo.

¿Cómo analiza el intento de Colombia por suscribir con Estados Unidos un tratado como el que firmó Chile?

Yo dudo mucho que eso vaya a traducirse en lo que ustedes presumen que se va a traducir.

Miremos el caso de México, que ya completa más de diez años en el Nafta ¿Cuál ha sido el resultado?. En México, efectivamente, ha habido crecimiento económico; algún punto o punto y medio que puede ser atribuible al tratado. Pero también hubo una serie de efectos tremendamente negativos.

Por miles de años México ha sido un productor de maíz. Pero para ingresar al Nafta tuvo que liquidar las leyes de protección a la economía campesina, y en este momento cerca del 30% del maíz que consumen los mexicanos es maíz subsidiado importado de Estados Unidos.

La consecuencia de eso es obvia: el colapso de las economías rurales y millones de campesinos que han perdido su posibilidad de subsistencia. Se ha elevado el desempleo en las zonas urbanas, porque los campesinos han inmigrado a la ciudad en busca de unos puestos de trabajo que no existen, y por esa misma razón los salarios se fueron hacia abajo.

¿Quién gana y quién pierde en un tratado de esa naturaleza?

Es obvio que todos los impactos negativos los recibe un amplio sector de la economía que no es el dominante ni el poderoso.

Se benefician las grandes empresas, a través de sus relaciones con los grandes oligopolios transnacionales, y también gana el sector financiero.

Pero se benefician a costa de millones de personas cuya economía familiar se deteriora radicalmente.

Claro, el Ministro de Hacienda de México me dirá que hay crecimiento y que el Nafta ha traído inversiones. Pero por supuesto que han llegado inversiones, pero han llegado porque el país hoy es menos exigente, tiene salarios más bajos.

¿Para usted, entonces, el libre comercio es una fórmula equivocada?

Me parece profundamente perverso y antiético llamar libre comercio a un comercio que no tiene nada de libre. Usted no puede hablar de libre comercio cuando está subsidiando sus productos y le prohíbe al otro subsidiar.

Este tipo de libre comercio lo que hace es que todas las naciones más pobres, para poder ser competitivos, se dediquen a bajar y bajar sus ingresos, sus salarios, sus exigencias frente a los extranjeros. Es una competencia hacia quien se empobrece más rápido, aunque se quiera mostrar lo contrario.

Y cuando se concibe así, el libre comercio sólo consiste en que los más poderosos, es decir, las empresas transnacionales, tienen libertad para hacer lo que les da la gana.

¿Pero cerrar las puertas al libre comercio en un mundo globalizado no equivale al suicidio?

Es que yo no soy enemigo del libre comercio, ni creo que hay que cerrarse. No, la interdependencia de las economías es buena y el libre comercio es bueno. Pero si la realidad fuese como es el discurso, sería sensacional. Lo que pasa es que el discurso es falso, es una mentira.

¿El modelo neoliberal fracasó en su intento por crear un mundo mejor?

Sí, el neoliberalismo como modelo para generar bienestar en el mundo fracasó absolutamente, porque incluso en los períodos en los que hubo crecimiento económico la pobreza aumentó. En los últimos 20 años tuvimos 200 millones más de pobres de los que teníamos y al mismo tiempo el desempleo ha crecido.

¿Y los economistas también fracasaron?

La economía, sobre todo en la segunda mitad del Siglo XX, se olvidó de su madre. La economía nació como hija de la filosofía moral, preocupada esencialmente por el bienestar humano.

Pero con la teoría neoclásica, a los economistas les dio por querer ser Newton y cayeron en la obsesión matematicista y cuantitativa, dejando lo cualitativo en un segundo plano.

Hoy día las metas económicas prescinden absolutamente del bienestar de las personas. Cualquier país que tenga una buena tasa de crecimiento es lo único que exhibe y debe celebrarse como un gran éxito. La historia humana que hay detrás de esa tasa de crecimiento nunca se cuenta, y además es irrelevante.

¿Qué olvidaron los economistas?

Se olvidaron, entre otras cosas, de que lo pequeño era bello. Todas las utopías humanas a lo largo de la historia han girado en torno a lo pequeño. Platón decía que una ciudad no debía crecer más allá del riesgo de perder su identidad.

Aristóteles hizo un largo planteamiento sobre cómo no se debe crecer más allá de un determinado límite.

Siempre hubo la conciencia de que el crecimiento debe tener un límite para que se pueda dar la felicidad humana. Y eso se perdió con la revolución industrial.

A partir de ahí, se piensa que mientras más grande mejor. Y ahí viene la deshumanización, porque tu no puedes ser persona en un proceso de gigantismo. Tú eres un dato estadístico, pero no eres persona.

"Guerrilla, sin ideología"

¿Cree que el modelo económico colombiano puede garantizar una solución al conflicto interno?

La guerra, a mi juicio, no es cuestión de modelos económicos, porque la guerra la tienen ustedes hace 50 años. Incluso en lo que yo llamo el período de oro de la economía latinoamericana - entre 1960 y 1975 - la violencia siguió igual.

La impresión que yo tengo es que lo que aquí se llama guerrillas no son guerrillas, son oficios.

O sea, alguien se mete a la guerrilla no porque tenga una ideología, sino porque ese es un oficio. Aquí no hay un Ché Guevara, sino miles de jóvenes pobres que se meten a la guerrilla para ganarse la plata de la comida.

Entonces creo que la guerrilla también es una estrategia de supervivencia de mucha gente frente a la pobreza. Y la posibilidad real de acabar el conflicto pasa por el tema de comenzar a superar seriamente la pobreza.

Perfil
Manfred Max Neef
Fecha de nacimiento: octubre de 1932 en Valparaíso, Chile.
Profesión: economista, músico.
Cargo actual: Rector de la Universidad Bolivariana, de Chile.
Una decisión: abandonar un alto cargo directivo de Shell y dedicar su vida a la creación de la teoría del Desarrollo a Escala Humana.

Lo inspira: la Sinfonía número 1 de Brahms.

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