miércoles, 10 de julio de 2013

Lo individualmente justo

Cada uno de nosotros, como seres humanos, tenemos en común ciertas necesidades, algunas básicas y otras mas elevadas. Venimos al mundo completamente vulnerables. Nuestras madres han sido diseñadas por la naturaleza, por Dios, como seres perfectamente capaces de satisfacer todas nuestras necesidades primigenias. Y esto no es asunto exclusivo de los seres humanos. Todos los seres de la naturaleza venimos al mundo con requisitos particulares. Pero a diferencia de los seres vivos que nos rodean, nosotros somos los únicos que debemos alejarnos de nuestra propia naturaleza para poder sobrevivir.

El mundo es un lugar habitable para la raza humana. Podemos modificarlo fácilmente y extraer de él alimento, protección, bienestar... etc. Por eso, lo justo debería ser tener acceso permanente a todos estos bienes libres que hacen parte de lo que requerimos para vivir, como el agua, el alimento, el aire limpio, la vivienda. Sin embargo, esto no es así. Y ¿porqué? sencillamente porque aunque sabemos que la vida es nuestro derecho, aunque sabemos que el planeta tierra es el lugar al que pertenecemos, aunque sabemos que todo lo que necesitamos la tierra nos lo da, a pesar de todo lo obvio, todos nosotros aún seguimos pensando que debemos sacrificarnos para obtener lo que el planeta naturalmente nos da.

Es como si la condena de Dios a Adán: "ganarás el pan con el sudor de tu frente", hubiese recaído de manera tergiversada sobre nosotros, y no para mal, sino para peor. El trabajo no tiene que ser un sacrificio. He visto al maestro Botero sudando mientras pinta sus obras, pero ese sudor sale de su pasión, y es su deleite. Obtener lo requerido para satisfacer nuestras necesidades hace parte de nuestra naturaleza, y laborar para conseguirlo, es lo realmente humano. Somos nosotros en medio de nuestra confusión, quienes lo convertimos en un sacrificio.

La consecuencia de esta tergiversación, es una sociedad enferma, llena de dolores y tristezas irreales, creadas por nosotros mismos, quizá por ese deseo innato de llegar a la liberación espiritual o al cielo, quizá por aspirar a algo que ni siquiera comprendemos ni conocemos. Quizá confundimos el camino para lograrlo y terminamos perdidos en un mundo agresivo, alejado de lo natural.

Pero no podemos deshacernos de nuestro llamado interno, y una parte de nosotros sabe que lo individualmente justo es que tengamos derecho a lo básico para vivir. Sin tener que sacrificar nada, salvo nuestra arrogancia.

Y sacrificar nuestra arrogancia implica entender que somos simplemente seres vivos. Que nos hace felices conversar con nuestros semejantes o bañarnos en un río, que trepar árboles y mojarnos bajo la lluvia nos hace delirar de la dicha. Volver a ser lo que somos, liberarnos de todas las ilusiones consumistas y superficiales, es lo que hará de nosotros seres sabios. La arrogancia nos ata, nos confunde y nos esclaviza.

En conclusión: Tenemos derechos, nuestro principal derecho es, ser seres humanos, y vivir como tal, y lo justo es que nos permitamos seguir nuestros verdaderos instintos. No los fabricados por los medios de comunicación, que son perversos, adictivos, nocivos. Sino nuestros instintos más nobles, los que vienen dados por nuestra naturaleza. Y lo justo para nosotros como individuos, es que podamos satisfacer nuestras necesidades sin tener que sacrificarnos, sin tener que sufrir.

"La institución jurídica del cooperativismo, es una de aquellas que han sido creadas por el hombre para solucionar los problemas que la sociedad no puede resolver adecuadamente, sino a través de la cooperativa"
Juan Pablo Román

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